Me has echado. Tú me has echado hace tiempo.
Me has desahuciado pero yo permanezco.
Permanezco en todos y cada uno de los besos que das, en la lluvia que te moja por las mañanas.
En las hojas de los libros que acaricias, en las líneas que subrayas, en lo que sueñas.
Estoy a las tres de la mañana cuando te desvelas, cuando miras por la ventana y cuando caminas despreocupado con las manos en los bolsillos.
Soy el mar y el velero, soy la luz naranja del amanecer y la del atardecer también. Soy el viento y el collar de flores. El blanco y el azul, las lecturas, la cerveza y los gatos.
Continúo ahí cuando haces el amor, cuando te estiras al levantarte, cuando te miras al espejo y preparas un café. Cuando preguntas, cuando gritas, cuando tarareas...
Me acurruco cerca mientras esperas y cuando te dejas ir un poco más allá. Cuando escribes, cuando cantas y dibujas.
Permanezco, soy, me mantengo y continúo.
Así de fácil (cuando parece imposible).
ResponderEliminarUn abrazo
Un beso, Jota!
ResponderEliminar¿Qué es lo que separa la testarudez de la fidelidad?
ResponderEliminarQuién sabe, Noelia...
ResponderEliminarUn beso
Qué bueno. Stop desahucios. Todos menos este. Qué bonito.
ResponderEliminarLord Palumbo
Palumbo, sí que es bonito...
ResponderEliminarTinta permanente.
Un beso