17 de septiembre de 2014

Rabia

Yo ya lo sabía.
Cuando empezaste a pensar que tal vez el dolor no mereciese la pena, yo ya lo sabía.
Lo intuía.
Cuando recibías los abrazos y las palabras, yo... lo intuía.
Lo pensé.
Cuando te dejaste llevar por un mundo de halagos y sonrisas, entonces, yo ya lo había pensado.
Yo dormía.
Cuando compartiste con nosotros tus sueños y tus anhelos más profundos, yo eso... ya lo había soñado.
Ya había ido por delante, muchas veces. Todas las veces.
Y sirvió de poco. Para mi, para ti. En realidad no sirvió para nadie.
Hoy vuelve la rabia.
Claro.

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