8 de mayo de 2015

No me digas eso...

Habla más, dice.
Tienes que hablar más.
Habla más. Como si fuera tan fácil.
Si yo hablo, en realidad. Puedes creerme. Pero a mi manera, ya sabes. Te lo he explicado más veces. En mi cabeza está todo muy claro, palabra por palabra, puntos, comas, exclamaciones, entonación que sube y baja después. Más aire, menos aire, sonrisa.
Y entonces, con ese texto perfectamente ordenado, contengo la respiración y empujo. Fijo la vista y allá va. Pero nada. Casi nunca llega.
La cuestión es que soy incapaz de transformarlo en aire. Pierde sentido, y pierde emoción. No encuentro sonido ni gesto adecuado para acompañar las palabras. Así que vuelvo a dejarlas arrinconadas por ahí, cogiendo polvo.
De vez en cuando se mueven un poco, se reordenan y piden de nuevo permiso para salir. Fijo la vista, contengo la respiración y empujo.
Nada.
.
.
.
Habla más. Tienes que hablar más... dice.

2 comentarios:

  1. Eso me pasó la primera vez que tuve un micrófono delante de la boca. Hay que respirar más profundo si cabe.

    Un abrazo.

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  2. Jajaja, sí, Jota.
    Así es :)
    Un beso

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