Habla más, dice.
Tienes que hablar más.
Habla más. Como si fuera tan fácil.
Si yo hablo, en realidad. Puedes creerme. Pero a mi manera, ya sabes. Te lo he explicado más veces. En mi cabeza está todo muy claro, palabra por palabra, puntos, comas, exclamaciones, entonación que sube y baja después. Más aire, menos aire, sonrisa.
Y entonces, con ese texto perfectamente ordenado, contengo la respiración y empujo. Fijo la vista y allá va. Pero nada. Casi nunca llega.
La cuestión es que soy incapaz de transformarlo en aire. Pierde sentido, y pierde emoción. No encuentro sonido ni gesto adecuado para acompañar las palabras. Así que vuelvo a dejarlas arrinconadas por ahí, cogiendo polvo.
De vez en cuando se mueven un poco, se reordenan y piden de nuevo permiso para salir. Fijo la vista, contengo la respiración y empujo.
Nada.
.
.
.
Habla más. Tienes que hablar más... dice.
Eso me pasó la primera vez que tuve un micrófono delante de la boca. Hay que respirar más profundo si cabe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jajaja, sí, Jota.
ResponderEliminarAsí es :)
Un beso